La nueva visibilidad de las compositoras chilenas
Este artículo fue publicado en el diario El Mercurio, destacándose ampliamente el trabajo de artistas vinculadas al IMUS
La Universidad Católica de Valparaíso se ha convertido en el epicentro de un puñado de jóvenes que están dejando en el olvido la clásica invisibilidad de las mujeres en la música.
Un grupo de jóvenes compositoras están conquistando una insólita visibilidad e insertándose en las temporadas doctas. El epicentro del fenómeno ha sido la Universidad Católica de Valparaíso (PUCV). Allí, hace cinco años, cuatro mujeres coincidieron en un postítulo que dictó Boris Alvarado: Valeria Valle (1979), Fernanda Carrasco (1984), Natalie Santibáñez (1971) y Katherine Bachmann (1983). «Queríamos grabar un disco, el profesor nos apoyó para que conformáramos un grupo de investigación, y terminamos convirtiéndonos en un colectivo de mujeres que componen», comenta Valeria Valle, profesora de Polifonía, Análisis y Lenguaje en la PUCV.
Las obras de estas cuatro autoras están siendo programadas con cierta regularidad. Por ejemplo, «Michelada», de Valle -un encargo de la SCD-, se estrenó en el Festival de Música Contemporánea UC y se ha repetido varias veces. Carrasco ya logró estrenar una partitura para orquesta: la Sinfónica de La Serena interpretó «Luciérnagas», en 2014. Y mientras «Caleuche» es una de las obras más presentes de Santibáñez, «Caos», de Bachmann, fue estrenada en el Festival «Darwin Vargas», de Valparaíso.
«Trabajar como un colectivo nos abrió más posibilidades y nos dio mayor visibilidad», confiesa Valle. En este despegue, dice, fue fundamental el apoyo del Ensamble Ex Corde, el Coro Femenino PUCV, el Coro Euterpe, la Orquesta Marga Marga y el oboísta José Luis Urquieta.
En 2013 grabaron el disco «La resonancia femenina. Música de compositoras chilenas del siglo XXI» -descarga gratuita en Portaldisc-, y en 2014 armaron un Cuarteto de Cuerdas que difunde su repertorio. «Ansío el momento en que podamos llamarnos ‘Resonancia’, sin recalcar que somos mujeres, que ya no sea necesario decir ‘dame una oportunidad, porque toda mi vida me la han negado'», cierra Valle.
Boom femenino
«Hay un movimiento femenino muy fuerte en la Católica de Valparaíso», confirma Eduardo Cáceres, profesor de Composición y Orquestación de la Universidad de Chile. «El compositor hombre está más amarrado a prejuicios y le rinde más tributo a la música europea. La mujer, en cambio, está saliendo más liberada», agrega.
Luis José Recart, director de la Orquesta Marga Marga, agrega: «Actualmente hay un boom de compositoras mujeres, y este incremento es mucho más visible en la Región de Valparaíso. Hemos trabajado con varias compositoras». A Valle le encargaron una obra nueva para este año, y en 2014 estrenaron dos obras de estudiantes de la PUCV: «Anuarí», de Sofía Vaisman (1993), y «Duelo… Lunar Vuelo», de Lucía Jiménez (1994).
El fenómeno, eso sí, no se ha extendido a Santiago: Cáceres aclara que en la U. de Chile hay tres alumnas en un curso de 65.
«En los últimos años ha habido un pequeño aumento del 20%, o 30% en las estudiantes», revela Aliocha Solovera, profesor de Composición, Orquestación y Análisis del Instituto de Música UC. «Aunque tengo serias dudas respecto de que el género tenga relevancia en la composición, podría decir que las mujeres manifiestan menos interés en la experimentación. Prefieren explorar el lenguaje propio antes que nuevas posibilidades sonoras. Su búsqueda es más desde lo sensorial», comenta. Y da un ejemplo: Nicole Marín (1993). Solovera dirigió el estreno, en el último Festival de Música Contemporánea UC, de su obra «Él me dijo». «Ella hace su búsqueda desde la sensibilidad, elemento que frecuentemente puede llevar a cierto simplismo, pero no es así en su caso: logra desarrollar un oficio más elaborado. Su búsqueda es muy honesta y está bien encaminada. Ahora escuché que le interesa estudiar Pedagogía, lo que me preocupa. Espero que siga componiendo, tiene talento», alerta.
Fuente: El Mercurio, 9 de marzo de 2015.
Autora: Romina de la Sotta Donoso