“Hay tareas esenciales que falta concretar y que no pueden dejarnos tranquilos”
El nuevo Director del IMUS, Raúl Aranda, esboza los principales desafíos que tendrá su gestión.
En diciembre pasado el académico Raúl Aranda Riveros asumió como Director del Instituto de Música (IMUS) de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, cargo que durante los próximos 3 años lo tendrá encabezando el ambicioso proyecto de esta unidad académica que ya tiene 43 años de historia.
Profesor de Música y Licenciado en Ciencias y Artes Musicales en el mismo IMUS, Aranda además es Magíster en Educación de la Universidad de Chile y actualmente está cursando un Doctorado en Educación en el ámbito de la Didáctica de la Expresión Musical en la Universidad Autónoma de Barcelona. Dentro del IMUS su carrera académica incluye haber sido Jefe de Carrera de Pedagogía y Jefe de Docencia.
Según explica, su llegada a este importante cargo tiene su génesis a «partir de conversaciones al interior del Consejo de Unidad Académica del Instituto de Música, que ha visto conveniente buscar consensos y avanzar en la cohesión de los esfuerzos que los distintos académicos realizan para desarrollar el Instituto de Música en sus distintas dimensiones y áreas. Tener un candidato de consenso, que permitiera aunar voluntades y energías, en momentos en que se hace necesario fortalecer ciertas líneas y objetivos comunes, pareció la mejor opción, antes que dividir fuerzas en propuestas más variadas».
Si bien señala que no había estado entre sus planes asumir la Dirección del IMUS ni los cargos anteriores, porque «en realidad uno trabaja en la universidad no para tener cargos, sino para desarrollar la disciplina que profesa, para generar conocimiento acerca de ella, y para hacer accesible ese conocimiento a los demás», la universidad «opta porque los cargos de gestión sean asumidos por académicos, de manera que a todos ‘nos toca’, en algún momento, cumplir esta función».
¿Qué significa para usted asumirlo?
«Significa varias cosas al mismo tiempo. Significa oportunidades de mejorar debilidades que uno detecta, fortalecer ámbitos menos desarrollados, promover personas y actividades que requieren de un empuje; pero también equilibrar las fuerzas de cada grupo, en cierto momento corregir o contener situaciones. Significa también bastante dedicación de tiempo, que uno desearía dedicar a la materia misma que es de su interés: a la lectura, a la investigación, a los proyectos de investigación o de desarrollo académico, etcétera, pero que resultan limitados por la demanda de esfuerzo propia del cargo, dada la atención a las distintas actividades en curso. Significa, además, bastante desgaste por las muchas reuniones en el IMUS y en la Universidad, la contención de situaciones, las tensiones provocadas por las movilizaciones estudiantiles, etc. Significa, en resumen, la oportunidad de hacer un sacrificio en beneficio de un bien común. Para todo esto, por cierto, se trabaja en equipo con varias personas: la mesa directiva, el Consejo de Unidad Académica, el Consejo de Dirección, etc. Y esto es lo que hace más amable la tarea».
¿Cuáles son los desafíos que le plantea la Dirección del IMUS?
«En primer lugar, creo que el principal desafío propiamente profesional es continuar ejerciendo mi labor académica mientras esté en el cargo, que dura tres años. Las tareas de gestión consumen bastante y es un real desafío mantenerse en actividad de docencia, de investigación, con un nivel de calidad adecuado, mientras se desarrollan las otras tareas asociadas al cargo. En segundo lugar, ya más en el terreno de la gestión, podría decir que el Instituto de Música debe culminar varios procesos que tiene en curso en estos momentos: concretar sus intenciones de abrir estudios de postgrado; consolidar la planta académica, tanto en lo referido al plan de incorporación de profesores asociados como al proceso de mejoramiento de condiciones contractuales de los profesores agregados; consolidar un oferta de formación continua variada y de implementación permanente. Y en tercer lugar, hacer eso manteniendo lo que actualmente hace: una actividad formativa de excelencia en los programas de pregrado que se imparte y en el Conservatorio de Música, una actividad intensa de extensión artística y una actividad creciente de investigación, entre otras».
¿Qué diagnóstico tiene del IMUS?
«Como dije en el discurso de asunción al cargo, creo que el Instituto de Música de la PUCV, que cuenta ya con 43 años de trayectoria en el país, ha alcanzado un alto grado de madurez y desarrollo. Dan cuenta de ello las altas acreditaciones obtenidas en los tres programas que imparte, el alto número de postulaciones en primera opción que recibimos en el proceso nacional de admisión, los altos puntajes de los postulantes a nuestras carreras de Pedagogía en Música y Licenciatura en Ciencias y Artes Musicales, el reconocimiento y respaldo institucional. Pero hay tareas esenciales que falta concretar, que acabo de mencionar, y que no pueden dejarnos tranquilos».
¿Considera que su llegada plantea una renovación del IMUS?
«No llego a la Dirección del IMUS con ideas preconcebidas ni con planteamientos muy personales ni novedosos. Llego con tareas comprometidas por el propio cuerpo docente, surgidas de la evaluación del logro de los propósitos de nuestra unidad académica, y con la esperanza de hacer una contribución en este sentido que, aportando innovación, se apoye en la tradición de excelencia que la ha caracterizado».