Con emotivo adiós María Victoria Botto se despide de IMUS PUCV
Más de cuatro décadas contribuyendo a la labor de la tradicional Casa de Estudios de Cerro Concepción fueron reconocidas en la querida funcionaria, que también participó como bailarina en el conjunto folclórico de la universidad formado por Margot Loyola Palacios.
Una emotiva ceremonia de despedida para María Victoria Botto Salinas, quien prestó sus servicios como secretaria por 41 años del Instituto y Conservatorio de Música de la Pontificia Universidad Católica, otrora Escuela de Música PUCV, se realizó el pasado jueves 31 de marzo, con la concurrencia de la comunidad administrativa y académica de la institución.
En la ocasión, entregaron su saludo reconociendo la labor de María Victoria el director de IMUS PUCV, Samuel Quezada; el académico y guitarrista, Guillermo Nur; el profesor Raúl Aranda y los exprofesores Osvaldo Cádiz y Fernando Cortés. Y, como es tradicional, también se brindó un saludo musical, a cargo de la académica Viviana Morales junto a la alumna Emma Madariaga, y de la profesora y clavecinista Cristina Gutiérrez.
MARÍA VICTORIA BOTTO SALINAS
En nombre de sus compañeros de trabajo, el profesor de IMUS PUCV, Raúl Aranda, esbozó en una semblanza la significancia del adiós a una de las más queridas funcionarias de IMUS PUCV y los parabienes para su futuro.
María Victoria Botto Salinas, nuestra querida y siempre “Vicky”, llegó a la universidad en 1981. Después de un breve paso por otras unidades académicas, se incorporó a la Escuela de Música y, desde ahí, ha acompañado nuestro recorrido hasta ahora. Son ya 41 años.
Siempre fue una persona clave dentro del cuerpo de funcionarios, manteniendo un liderazgo natural propio de una mujer que, con cariño y seguridad, sabe poner orden en las cosas y en las relaciones, y tomar decisiones oportunas y acertadas, no pensando primero en sí misma sino en el bien de todos. Esa dimensión humana que ha aportado siempre le ha dado un sitial especial al interior de la comunidad, que siempre recordaremos.
Debo reconocer también que detrás de todas las actividades comunitarias del IMUS ha estado su mano orientadora y organizadora: las cenas anuales de IMUS, celebraciones de Fiestas Patrias, de los difuntos de IMUS, de Santa Cecilia y de Navidad; los adornos navideños en la oficina y escaleras, el pesebre que cada Navidad nos recibe en la portería y los almuerzos de cierre de año. Muy particularmente recordaremos los desayunos de fin de año con los auxiliares y el equipo directivo, preparados con tanta delicadeza y cariño.
Otra dimensión fundamental es la armonización de la vida laboral con la vida personal. Vicky ha formado una familia junto a Luis y a sus amadas hijas Olivia y Camila, a quienes muchos conocemos, y que forman también parte de la comunidad extendida del IMUS. Me parece también encomiable la forma de responder a todas sus tareas como esposa y mamá. Esa valoración de la vida familiar ha sido siempre un modelo también para mí y creo que para muchos.
Pero eso no es todo: también ha habido tiempo para la práctica musical. Vicky participó, de la mano de Margot y Osvaldo, como bailarina en el conjunto folclórico de la universidad, siendo además colaboradora estrecha de ambos en la gestión del conjunto. Y, una vez que los exintegrantes del conjunto hace algunos años se reorganizaron para conformar la agrupación Los Históricos del Barón, retomó sus antiguas habilidades para el baile.
Hoy día queremos manifestar todo nuestro aprecio por su trabajo, que ha sido ejemplo de compromiso institucional mantenido a través del tiempo, de excelencia y entrega en el trabajo, y sobre todo de humanidad y de valores personales que han sido muy fundamentales para la vida de la Escuela y, luego, Instituto de Música.
Le deseamos que en esta siguiente etapa de vida que ahora inicia, Dios la recompense por toda su dedicación y entrega a la universidad y al Instituto de Música.