Académico del IMUS es nombrado miembro de la Academia Chilena de Bellas Artes
En base a sus méritos académicos y artísticos, Boris Alvarado fue escogido por sus propios pares, sumando un nuevo reconocimiento a su carrera
Boris Alvarado, prestigioso académico del Instituto de Música (IMUS), se ha acostumbrado a recibir importantes reconocimientos gracias al trabajo que por más de dos décadas ha desarrollado en torno a la música. Desde que se tituló de Licenciado en Ciencias y Artes Musicales en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, su carrera ha ido en ascenso, convirtiéndose en uno de los compositores más destacados del país.
En su currículum se suceden un sinnúmero de participaciones en festivales, estudios y conferencias largas de enumerar, pero que abarcan disciplinas como la composición, contrapunto, orquestación, organología, dirección coral y orquestal, armonía, análisis, historia, práctica coral, gregoriano, semiología gregoriana y práctica de la improvisación modal litúrgica.
Todo esto está coronado con un Magíster en Composición y Música Sacra en la Academia Estatal de Música en Cracovia, Polonia, bajo la dirección de Krzysztof Penderecki, y un Doctorado (PhD) en Composición Musical en la Academia de Música «Fryderyk Chopin» de Varsovia, Polonia, guiado por Marion Borkoswski.
A esto agrega diversos reconocimientos, entre los que están ser Miembro de Número del Colegio de Compositores Latinoamericano de Arte, que agrupa a dos compositores importantes de América por cada país; ser Miembro de honor de la Asociación de Música Sacra de Varsovia; haber sido premiado con la Cruz de Caballero de la Orden al Mérito (2004) del gobierno de la República de Polonia; un reconocimiento del Gobierno de Su Majestad Británica (1996), por difundir la obra de compositores ingleses (1996); la Medalla de la Unesco por su aporte a Valparaíso (2003); y la Medalla “Fryderyk Chopin” por su contribución a la música académica (2006).
Y ahora se suma el reciente nombramiento de Boris Alvarado como Miembro Correspondiente de la Academia Chilena de Bellas Artes del Instituto de Chile. No todos pertenecen a ella, pues son elegidos por sus meritos y luego votadas sus incorporaciones por los miembros más antiguos. Yo llego entonces previamente propuesto por pares interdisciplinarios, votado y elegido por medio del consentimiento del voto y finalmente ratificado por los miembros de Número
, explica el académico del IMUS acerca de este nuevo y gran honor.
¿Qué deberes y/o derechos tiene a partir de ahora?
Debo promover en un nivel superior el progreso y difusión de las Artes. Preocuparme de la actividad creadora como los estudios estéticos correspondientes, contribuyendo con ello al fomento de los estudios artísticos mediante publicaciones y conferencias, entre otras, para que con todo ello, cuando se estime necesario, se presenten a quien corresponda medidas específicas para el desarrollo del país. Como se ve, es una posición privilegiada para entregar la opinión que tanto importa en un mundo que requiere de diálogo especializado, algo que se echa de menos en ámbitos académicos.
¿Cuál es el significado para su carrera?
En mi carrera profesional he tenido la suerte de recibir honores de esta naturaleza, una serie de reconocimientos y distinciones que se unen a mi carrera internacional ya consolidada en Latinoamérica y hacia Europa del Este, y que se traduce en las constantes invitaciones para estrenar fuera y dentro de Chile mis obras. Como también trabajos por encargo, como el estreno de “Emiliana” Madrigal amoroso para Orquesta, ahora en agosto por la OSCH o bien la residencia en Berlín en febrero próximo junto al gran ensamble alemán Musik Fabrik y lo que significó la obra por encargo del Arzobispado de Santiago para el Bicentenario, como el regalo de la Iglesia Católica chilena. Bueno, un enorme trabajo de toda mi vida que se condice con proyectos, investigaciones, perfeccionamientos, gestión, opinión pública y la docencia que realizo en el IMUS con el cariñoso reconocimiento de mis pares
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¿Considera que se reconoce de alguna forma el quehacer artístico regional?
El tema no es si se reconoce, sino el nivel profesional que se ha alcanzado o no respecto de una opinión con autocrítica de lo que se hace, presencia efectiva y fortalezas de todos nuestros académicos, y que ello se materialice en una convicción musical y artística que sea validada por los pares en el mundo del arte, para así ser considerados. Si nuestra visión es de corto plazo, encerrada en un ghetto o bien contentándonos con exigir lo justo-mínimo, porque hacemos distinciones de nuestros alumnos con los de otras ciudades, es evidente que no se nos considerará, simplemente porque no tenemos fortalecida nuestras opiniones profesionales ante otros pares y nuestras exigencias no son altas. No podemos medirnos regionalmente y estar felices, ni tampoco no estar a la altura de los cambios de la cultura en el país, quedando muchas veces atrás en la historia de la propia historia
Y todo esto se traduce –agrega Alvarado- en como miramos a nuestros alumnos. Si hay un convencimiento de nuestro valor, no sólo anímicamente sino disciplinariamente, entonces podremos llegar a ser luz de luces o al menos un faro al girar frente a un punto que busca el signo que les marca un camino. Todo esto depende de nosotros, no de cómo nos miran. Lo segundo depende de cómo nos miramos a nosotros mismos, cómo pensamos y cuánta experiencia internacional vamos teniendo también, particularmente en un mundo que está globalizado a nivel de comunicaciones de manera rápida y brutal al mismo tiempo.
También es un reconocimiento para la universidad y el IMUS, ¿siente alguna responsabilidad especial al respecto?
¿Más allá de mi responsabilidad por hacer bien mi trabajo? Está en directa relación con todo esto. Si mi trabajo es bueno al interior del IMUS y de la PUCV, ello redunda directamente en la calidad de mi trabajo y al mismo tiempo en la visión que puedo aportar. Lo mismo hacia la universidad, pues mi labor en los distintos planos que un académico titular y Doctor debe cumplir son innumerables, y en casi todos los casos de carácter público, por lo que el trabajo se torna conocido.
En los últimos años la incorporación de estudiantes y profesores agregados a mis investigaciones o proyectos también va generando una suerte de responsabilidad, como académico de la universidad, de preparar y compartir con lo pares y alumnos. Y también es importante entender que la responsabilidad con la PUCV y el IMUS es de algún modo llevar lo que adentro cada uno realiza a una proyección externa que es importante, pues no es posible vivir aislado en un mundo como el de hoy.