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Entrevista al profesor Félix Cárdenas en la revista anuario de la SCD

felix introEn la extensa nota el académico del IMUS detalla aspectos de su vasta carrera, marcada por la Orquesta Andina y su trabajo como compositor.

Dentro de las decenas de notas y entrevistas que trae la edición más reciente de la revista anuario País de Músicos, que edita la Sociedad Chile del Derecho de Autor (SCD), se vuelcan en 102 páginas y a través de un cuidado diseño lo mejor y los principales hitos de la música nacional del 2015.

Es en este contexto, que el profesor Félix Cárdenas del Instituto de Música (IMUS) de la PUCV fue uno de los entrevistados a partir de su vasta carrera como compositor y director de la Orquesta Andina, y, por supuesto, del Premio Pulsar que obtuvo ese año en la categoría Mejor Artista de Música Clásica o de Concierto por su obra «Küin».

A continuación reproducimos de manera íntegra la entrevista:

Félix Cárdenas: música americana en expansión

A los 43 años de edad, el académico de la Universidad Católica de Valparaíso y director de la Orquesta Andina ganó el Premio Pulsar por Küin, el resultado de un largo recorrido por la música que reúne las tradiciones docta y de raíz folclórica. Su proyecto puede definir un nuevo hito en la línea iniciada por Luis Advis.

Por Iñigo Díaz

Los nombres son Ana Tijoux, Javiera Mena, Angelo Pierattini, la Banda Conmoción, Andrés de León, Javier Barría: figuras de distintas músicas populares cuya repercusión en el público ha sido amplia. Entre esa lista de galardonados, el de Félix Cárdenas es el nombre de un músico desconocido si se le observa desde las grandes audiencias.

Osornino de nacimiento y porteño por adopción, desde que llegó a estudiar Composición a la Universidad Católica de Valparaíso, donde hoy es académico, Cárdenas ha hecho un recorrido como compositor vinculado al punto de encuentro entre las músicas docta y de raíz folclórica. Es la tradición instalada en Chile a partir de los años sesenta, con los primeros experimentos de compositores como Luis Advis y Sergio Ortega.

Desde 2002, Cárdenas dirige la Orquesta Andina, elenco de esa misma universidad que este año anuncia nuevos planes: editará su cuarto disco, Nuevas músicas latinoamericanas, y emprenderá una gira europea con actuaciones en Alemania, Francia y Holanda.

Pero en 2015 Félix Cárdenas sumó un nuevo acontecimiento a esa historia propia, un golpe que él mismo no esperaba, según confesó en el estrado, al obtener el Premio Pulsar en la categoría Música clásica o de concierto por su obra Küin [ver recuadro]:

Küin: elementos e instrumentos

Fue un trabajo por encargo que Félix Cárdenas recibió en 2014 de parte del flautista Alejandro Lavanderos, director del Ensamble Antara, con motivo de la visita histórica del flautista fracés Pierre-Yves Artaud. «Él abrió las posibilidades de la flauta contemporánea y desarrolló técnicas que fueron usadas luego por los compositores más importantes. Es un pionero y un imprescindible de la flauta y de la música del siglo XX», decía entonces Lavanderos del francés, quien fue su maestro.

Cárdenas escribió entonces Küin —que debe pronunciarse kauín—, una pieza para dos flautas (Artaud y Lavanderos) y orquesta de instrumentos folclóricos, todos los colores y timbres de la propia Orquesta Andina. Y fue estrenada en octubre de ese año en el Festival de Música Contemporánea Darwin Vargas, de la UCV.

«La obra fue el resultado de todos los procesos que yo había vivido en la música, desde el aprendizaje del folclor y el trabajo con la fusión latinoamericana, hasta el trabajo directo de la música contemporánea de cámara», dice Cárdenas. Ahí está la rúbrica para Küin: el Premio Pulsar de 2015. «Su título es un misterio. Es un juego de palabras. Nos puede parecer una voz mapudungún, pero no lo es. Es un sonido sin un significado evidente, y más que nada tiene una referencia fonética. La tiene para mí, pero creo que Küin tiene que permanecer en ese misterio».

«Esta música también es de los chilenos, del pueblo chileno, y no solo de los doctos».

A los 43 años de edad, Cárdenas destaca: «Por primera vez se premió a una obra docta no capitalina, como había ocurrido en los anteriores Altazor. Pero creo que lo que se premia es una tradición distinta. Aquí hubo un quiebre: es una obra que proviene de Latinoamérica desde el ángulo en que se le mire. Espero que no sea una excepción».

Pero ese tránsito que desemboca hoy en Küin procede de dos décadas de trabajo en una estética musical nítida, que se sumerge en la profundidades del folclor americano y las raíces que lo llevan hasta los pueblos originarios, y que se expande con las herramientas de esa música académica en la que Cárdenas fue formado.

Las referencias están ahí. Cárdenas fue uno de los fundadores y uno de los principales compositores del grupo Transiente, ensamble de cámara de fusión vigente en el puerto, al alero de la Universidad Católica de Valparaíso. Llegó a estrenar versiones de la sinfonía Los tres tiempos de América, de Luis Advis, y de la cantata Redemptoris mater, de Rolando Cori, ambas presentadas en el Teatro Municipal de Viña del Mar en 1994 y 1997, respectivamente.

— Con Transiente hicimos todo un trabajo riguroso en esa época en que éramos estudiantes de la UCV, y que finalizó en 1999 con la obra Cinco minutos (inspirada en Víctor Jara y los cinco minutos de la vida eterna entre los enamorados de la canción «Te recuerdo, Amanda»). Ahí yo ya me encontraba en un límite. Después de esa grabación comencé a escribir para múltiples formatos de cámara, lo que desembocó en el disco Finares (2005), la consecuencia de todo ese período nuevo en la escritura de obras.

ID — Los compositores académicos tienen su maestro, ¿reconoces al tuyo?

—Andrés Alcalde era una potencia en la universidad. No me sentí cercano a esa estética y por eso continué por mi propio lado. Yo tenía diecinueve años y ya estaba grabando con Transiente. Entonces el acto compositivo no era algo desconocido para mí. Además tenía claro que quería ir hacia otro lado, no al de la música contemporánea que se centra en el sonido por sí mismo. En esa etapa no tuve un maestro, aunque luego trabajé con Rafael Díaz y establecimos una relación cercana. Él me ayudó más a abrir la cabeza que a conocer técnicas de escritura.

Hoy Cárdenas proyecta la experiencia en las tradiciones escrita y oral de la música en la Orquesta Andina, agrupación que comenzó a diseñar en sus primeros años como profesor en el Instituto de Música de la UCV. «Cuando empecé no existía nada así —explica—. Teníamos la referencia de la Nueva Canción Chilena y Barroco Andino, que por supuesto fue importante para mí. Pero ellos tocaban música europea con sus instrumentos andinos. Nosotros comenzamos a investigar exclusivamente la obra latinoamericana».

Por la orquesta han pasado unos ciento cincuenta integrantes, reunidos en unas cinco generaciones de músicos. «La orquesta ha sido una escuela. Hay muchos músicos que tienen sus propios proyectos ahora, charanguistas, guitarristas, gente que toca aerófonos andinos», señala el compositor y director, quien detalla el cuerpo timbrístico que presenta.

En lugar de cuerdas, maderas y bronces clásicos, sus filas están formadas por cordófonos del foclor, charango, ronroco, hualaycho, kalampeador, tiple, cuatro venezolano y guitarra campesina, además de vientos, quenas, quenachos, toda la gama de los sikus, tarkas y moceños traveseros y verticales. Las percusiones son clave en esta agrupación, y enlista bombos legüeros, cueros latinos como el bongó y la conga, cajón peruano y hasta marimba.

ID — ¿Y cuál es el repertorio que interpretan?

—En los primeros años, cuando éramos un taller, trabajamos transcribiendo a la partitura música vernácula. También hicimos adaptaciones de repertorio que provenía de la Nueva Canción Chilena, pensando en el instrumento que es la orquesta. Pero ya en un momento había que dar un paso y escribir para la Orquesta Andina. En 2006 compuse la primera obra, «Desde mi ventana». Me di cuenta de lo importante que era conocer los instrumentos, sus propiedades, sus idiomas, sus funcionamientos. Todos podemos saber cómo suena un charango, pero otra cosa es tener un grupo de muchos charangos sonando al mismo tiempo. Es un lenguaje muy potente.

ID — ¿Hay más compositores interesados en la orquesta?

— Hace diez años no había nada escrito. Había que hacerlo todo, y yo tuve que empezar. Luego trabajamos mucho con compositores jóvenes de Valparaíso 51 y de la Quinta Región, que están abriéndose a estos nuevos límites. Y cuando la orquesta se empezó a hacer más conocida aparecieron autores de Santiago. Tenemos más de veinte obras dedicadas, más todo lo que se está escribiendo ahora. Hemos tocado composiciones de Guillermo Eisner, por ejemplo, o de Patricio Wang, un representante de ese cruce de tradiciones. Él vio a la orquesta como un instrumento atractivo y escribió «Qué más quieres que te diga» (2012), una obra de diez minutos, muy compleja, que nos estrujó. Va a estar en el nuevo disco, igual que Küin.

ID — ¿Existe una estética definida en su repertorio?

—Para nada. Lo que yo quiero es que se siga escribiendo, no me importa que sea de la línea popular, contemporánea o tradicional. Lo importante es que los compositores no la vean como un ente abstracto. En el fondo es decirles: «Éstas son las posibilidades del charango, de la quena y del bombo; ahora escribe lo que quieras escribir».

ID — ¿Pero eso no los aleja de un enfoque?

—El respeto por el instrumento es lo único que vale. Y cuando digo instrumento me refiero a la Orquesta Andina. Esta orquesta es lo que suena y no la representación de quien que la hace sonar.

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Ver entrevista en revista País de Músicos de la SCD (desde la página 48)